sábado, 27 de agosto de 2016

El capullo que no llegó a ser mariposa

Por: Karla Ávila M.
 

Relatos del hambre


¿Cuántos capullos no abrirán sus alas por falta de alimento?


CUESTIÓN DE HUMANIDAD

La capacidad de cuestionarme o cuestionar desde lo más obvio hasta los temas más complejos ha sido parte de mi ser desde que tengo uso de razón, no sé si tenga que ver con una frase de mi madre durante mis primeros años de vida, cuando me dijo: “No se puede ser conformista” o quizas tenga que ver con mi maestra de kinder al contarnos que en el mundo existía gente pobre que no tenía como comer, niños que no tenían con qué jugar ni vestirse. De ahí en adelante se abrió mi interés por los menos favorecidos, ya que me resultaba injusto ese desbalance tan grande, las mezquindades y lo absurdo que puede llegar a ser un ser humano con mala educación. Cuestión que en el fondo también tiene su lógica, pues son causas y consecuencias de las acciones de cada quien en la vida. Muchas veces, cada quien cosecha lo que siembra.


De ahí, la importancia de dejar la indolencia a un lado para buscar soluciones, acciones concretas que en el activismo ciudadano ayudamos a empujar hacia las soluciones que garanticen el desarrollo de un país, de sus ciudadanos, obviamente, siempre y cuando exista compromiso de hacerlo. Visibilizando la verdad en lo cotidiano y situaciones de personas en desventaja puede que la capacidad de asombro nos lleve a actuar en pro de causas nobles. Por eso cuando me dicen: “Ya nada me asombra”, me sorprende… justamente me deja atónita esa pereza, esa barrera psicológica que crean algunos para sentirse fuertes y hacer creer que todo está bien.



En una charla con Ana Margarita Rojas, de Fundación Reflejos de Venezuela, aprendí que no soy la mujer maravilla, aquella súper heroína que veía en la televisión con gran admiración creyéndome que también podía salvar el mundo de las cosas malas. Allí aprendí que tenía mis propias limitaciones y que en base a ellas debía actuar desde mis posibilidades, eso sí, con responsabilidad, con sensatez y no con fanatismo, escuchando y viendo todos los panoramas para poder tener una conciencia mucho más clara, aquello que llaman criterio propio.



Constantemente monitoreo las noticias regionales, nacionales e internacionales, apoyo a varias organizaciones no gubernamentales que trabajan como hormiguitas, firmo peticiones, brindo asesoría voluntaria y converso mucho con los míos en relación a los Derechos Humanos.

Sin embargo, hay días en que uno se desmorona, días en que crudos sucesos se clavan en el alma como un puñal. Es así como hoy me encuentro con la triste noticia del bebé Royer Augusto Machado Machado, quien vivía en un rancho del barrio Las Trinitarias en el estado Zulia, Venezuela y murió de hambre porque su madre no tenía dinero para comprar comida. 


Relatan las colegas periodistas del Diario La Verdad: “La madre del pequeño le contó a los oficiales que se quedó sin dinero y sin comida. El bebé lloraba mucho, lo envolvió en un trapo, le dio agua y lo meció para dormirlo. Unas 72 horas repitió la estrategia, a las 7.00 de la mañana del sábado le extrañó que no llorara. Se acercó a su cuna y notó que no respiraba.”

Una historia que se repite en el territorio nacional, es que no solo ha sido Royer, también se pueden contabilizar a Kennedy, Stephanie y Aketzali González, infantes de familias distintas que también fallecieron en menos de un mes, en el estado Bolívar, en los sectores Brisas del Sur, Chirica Vieja y San José de Chirica; casos asociados a complicaciones por la desnutrición; el primero debido a asfixia mecánica por parásitos intestinales, la segunda por lombrices que llegaron a su cabeza causándole una infección “irreversible” y la tercera con la piel reseca por deshidratación producto también de la desnutrición, tan severa era la apariencia que sus vecinos creían que la niña se había quemado. Sucesos que relata Marcos David Valverde en el Correo del Caroní. 

LOS NIÑOS VENEZOLANOS QUE NO CRECEN


No quiero caer en la diatriba de buscar culpables. Yo prefiero hablar de responsabilidades, causas y efectos. Desigualdades que generan problemas de desarrollo, prácticas que discriminan. Me resulta una pérdida de tiempo entrar en el juego de ¿Quién fue primero? ¿La gallina o el huevo?, porque mientras se resuelve el dilema, más niños siguen muriendo. 

Las actitudes deshumanizadoras no van bien para el momento que vive Venezuela, basta de capríchos efimeros. Es momento de revisar la capacidad de asombro para no perderla, de tomar acciones de todo tipo para frenar la ignorancia. A mi juicio, el principal valor de una nación es la educación, más que el contenido académico, lo es la educación familiar y ciudadana, que incluye cultura, apreciaciones asertivas, derechos humanos, herramientas psicológicas que ayuden a personas menospreciadas a creer en sí mismas, a que sepan que en este país todos valemos aunque seamos diferentes. 

Algunos que leen estas terribles noticias de niños que fallecen por desnutrición de inmediato opinan a vox populi: “¿Quién la manda a tener siete hijos con esta situación?”, lo publican en internet de manera tan campante como beber un vaso de agua cuando se tiene sed. Quisiera saber si alguno de ellos se ha puesto en el lugar de esa señora, que si bien es cierto ser madre soltera de 7 niños con esta o cualquier situación es bien difícil, atacarla no es la solución al problema de fondo, que es la educación. ¿Qué herramientas psicológicas familiares tendría esa mujer para poder discernir entre el deber ser, la realidad y libre albedrío?, ¿Alguien la enseñaría a pensar correctamente?, ¿Es herencia familiar de ella vegetar en la vida como vayan llegando los días?. Esto es como aquellos que dicen: “Bien hecho que la violaron, se lo buscó por vestirse así”. Hablar de este modo es violencia sexual ya que es un acto de coacción con el objeto de que se lleve a cabo una conducta sexual negativa. Me pregunto: ¿Qué o quién ha modelado al venezolano que se expresa así?. Bien lo dice la campaña de la Organización de la Naciones Unidas “Nada justifica la violencia” porque vulnera los derechos humanos, produce daños físicos, psíquicos y emocionales, pérdida de la autonomía y de la dignidad, entre otros aspectos importantes. 

Ahora bien, no es un secreto que nuestro país pasa por una aguda situación, el otrora país más próspero de Latinoamérica lleno de oportunidades para propios y extranjeros está en crisis. ¿Qué expectativas de vida se pueden tener en un país donde sus niños tienen una alimentación deficiente y sus ancianos pasan sus últimos días con carencias de todo tipo?. Por un lado, el Observatorio Venezolano de la Salud advirtió que los niños son los más afectados por la crisis alimentaria que se vive, ya que se ha visto un trastorno en el crecimiento de los infantes por la escasez de algunos alimentos en su dieta básica; por otro lado muy distinto la LEY ORGÁNICA PARA LA PROTECCIÓN DEL NIÑO Y DEL ADOLESCENTE reza en su Artículo 30° sobre el Derecho a un Nivel de Vida Adecuado. Todos los niños y adolescentes tienen derecho a un nivel de vida adecuado que asegure su desarrollo integral. Este derecho comprende, entre otros, el disfrute de:

· a) Alimentación nutritiva y balanceada, en calidad y cantidad que satisfaga las normas de la dietética, la higiene y la salud;

· b) Vestido apropiado al clima y que proteja la salud;

· c) Vivienda digna, segura, higiénica y salubre, con acceso a los servicios públicos esenciales. 
Estos niños de Venezuela y del mundo que no pudieron crecer por falta de alimentos son como crisálidas que no pudieron convertirse en mariposas, abrir sus alas y volar. Permanecerán por siempre en el capullo creado por el comunismo y egoísmo de líderes que solo les importan sus intereses personales. Un capullo donde se refugia la ignorancia, laboratorio donde la metamorfosis de la maldad crea mutaciones de seres humanos maravillosos en zombies. Para mí es importante recordarle a mis lectores que los Derechos Humanos no son un tema de emotividad, sin embargo, son nuestros sentimientos los que determinan el criterio y opiniones de cada quien. Vale la pena pensarlo y discutirlo entre amigos, colegas, conocidos, familia y sobre todo llevar este tema a las Redes Sociales, para algo más que hacer ruido, que sea para discutir y llegar a conclusiones positivas que propicien un cambio de fondo, desde nuestros barrios hasta las más altas esferas de la sociedad venezolana. “Si la mayoría de la gente siempre quisiera hacer lo correcto, las democracias no tendrían que preocuparse por los derechos humanos.”, sabias palabras de Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch. 
El Estado, debe asegurar entornos que permitan a los padres cumplir con la responsabilidad de ofrecerles a sus hijos el derecho a la alimentación nutritiva y balanceada, que satisfaga las normas de una salud digna.  
El enfoque basado en derechos humanos, revela desde el punto de vista moral o jurídico, lo que debe ser correcto para todos. Sin embargo, la realidad nacional nos muestra que no se están cumpliendo con algunos derechos y deberes. Por esto y mucho más, juzgue usted si vamos por buen camino o no. 
Siéntase en la libertad de opinar asertivamente y compartir este escrito si se siente identificado, si aún tiene capacidad de asombro o si todavía ama al prójimo como a sí mismo. 

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