Por: Lcda. Karla Avila M.
25/03/2008
Mucho se ha hablado del mito de la objetividad periodística, ya que al parecer
es un arma de doble filo que se usa para manchar la moral de unos, en algunos
casos.
Según el periodista
colombiano, Javier Darío Restrepo “La
objetividad periodística es una pretensión tan desmedida como la de aprisionar
el reflejo de las aguas de un río, que en un instante son y en el siguiente
dejan de ser. Sin embargo, esa objetividad es la garantía que el lector busca
para poder creer”.
Al hablar de
objetividad, se discute acerca de una información fiel y
precisa, conforme a los hechos, comprobada en todos los asuntos o
acontecimientos esenciales y sin una distorsión adrede o intencional.
Sobre
esta base se ha sentenciado a los medios de comunicación en la obligación
profesional de esforzarse en separar hechos de opiniones, o por lo menos, que
dichos relatos no sean intencionales.
En
mi opinión, el periodista debe ser un testigo neutral que levanta reseña de lo
ocurrido con la limpia higiene de un cirujano plástico antes de una operación.
Debe existir una clara diferenciación entre información y opinión. La
identificación explícita de quien emite una opinión personal y por último
respeto al derecho a réplica por parte de personas e instituciones objeto de
críticas desde el medio.
Debido
al desorden indiscriminado de mensajes distorsionados expuestos en radio y
televisión, surge la idea de la
Ley de Responsabilidad Social y de todo lo antes expuesto
nace la importancia de la existencia de normas explícitas en relación al
respeto del honor, prestigio y vida privada de las personas.
Mediante esta
Ley, el Estado reparte obligaciones para que los medios de comunicaciones,
tanto audiovisuales como radiales, produzcan mensajes de calidad. En tanto, por
ejemplo, todos los usuarios de la radio y la televisión pueden acceder a
espacios gratuitos, el Estado cede a estos usuarios 10 minutos semanales para
difundir mensajes a todos los venezolanos.
Es decir, a raíz
de la aprobación de esta Ley se abre un espacio para la democratización de los medios, ya que se han
puesto en marcha las producciones nacionales independientes, los nuevos medios
alternativos y la participación de muchos venezolanos como muestra de que puede
existir libertad de expresión y que anteriormente estaban excluidos de dichas
participaciones en producciones de radio y televisión.
En la actualidad
se fomenta el equilibrio democrático entre los deberes y derechos de los
prestadores de servicios de radio y televisión, productores nacionales
independientes, anunciantes, así como los usuarios en general a fines de
promover la formación ciudadana y cultural que tanto hace falta en estos
tiempos contemporáneos para garantizar que las familias venezolanas cuenten con
los mecanismos jurídicos para desarrollar una responsabilidad social adecuada.
Ahora bien, en cada venezolano
queda el compromiso participativo de velar porque se promuevan y se respeten
los derechos comunicaciones mediante la cooperación colectiva para un
desarrollo integral en torno a los ciudadanos de este país.