Quiteria Franco
Equidad y sororidad como aporte al progreso de Venezuela.
POR: Karla Ávila Morillo para la REDAC
La profesora Quiteria
Josefina Franco Coronado, nació y vivió en Maracaibo, estado Zulia, hasta el
año 1999, cuando decidió mudarse a la capital venezolana. Sus estudios
comprenden la carrera de educación, mención Idiomas Modernos (inglés y francés)
en la Universidad del Zulia. Luego prosiguió con un diplomado en traducción
(inglés-español) en la Universidad Metropolitana de Caracas y finalmente
culminó una maestría en Lingüística Aplicada en la Universidad Simón Bolívar,
también en Caracas. Sin embargo, nunca se ha detenido en el crecimiento
personal, ya que ha tomado diversos cursos y talleres en materia de derechos
humanos, feminismo, desarrollo humano, redes sociales, liderazgo, entre otros
ámbitos, que le han permitido crecer en aprendizaje para luego propagar ese
conocimiento.
Ella piensa,
desde lo más profundo de su reflexión, que no fue una disposición muy madurada,
el querer hacer una carrera en Derechos Humanos, simplemente todo se fue dando
hacia ese camino: “Yo creo que ha sido la
vida, no fue una decisión al principio, muchos sucesos me llevaron hasta que,
finalmente, sí tome la decisión de dedicarme a la defensa de derechos humanos.
Descubrí que más que un trabajo era una labor que me enriquecía como ser
humano, me formaba como ciudadana y me da mucha satisfacción personal y
profesional”.
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Quiteria es
abierta y orgullosamente lesbiana, es pionera del movimiento que defiende los
derechos de esta comunidad en Venezuela, trabaja en ello desde hace unos 17
años. Su historia está compuesta de eventos diferentes. En el año 2002 entró en
contacto con la organización llamada “Amazonas de Venezuela”, la primera ONG
venezolana de mujeres lesbianas y con ellas comenzó a escribir algunos textos
para la web. Asevera Quiteria: “Textos
que hoy en día yo los criticaría mucho, pero eran mis inicios. Entre 2004 y
2008 me dediqué a mi entorno personal. En 2009, llegaron a mi vida unos perros
hermosos y regresé al activismo de protección animal, a perros en particular.
En 2012, dentro de la Universidad Simón Bolívar había un grupo de diversidad
sexual cuyo profesor asesor se jubiló y los chicos y chicas quedaron solos,
entonces yo me ofrecí a ayudarlos. De
ahí entré en contacto de nuevo con las organizaciones LGBTI que ya había
conocido en 2003. Después me acerqué con ACCSI, organización que trabaja con
personas que viven con VIH y de ahí en he interactuado con otras ONG de Derechos
Humanos”.
Durante el
2013, comenzó a trabajar con “Unión Afirmativa” como
voluntaria, llevaba las redes sociales. En el año 2014, quien era el
coordinador de esta organización se casó en Argentina y se fue a vivir a
España. Quiteria sintió tristeza porque la ONG iba a morir debido a que el
coordinador se había ido del país, y nadie más dentro de la organización quería
o podía asumir aquella coordinación, entonces se ofreció a tomar las riendas,
cumplieron con todo el proceso formal y desde ese entonces pasó a estar al
frente de la organización desde el 2014.
Para 2015, ya
estaba colaborando en la redacción de un informe especial sobre la situación de
personas LGBTI que se presentó en audiencia formal ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), la primera
audiencia de una hora, exclusivamente para ese tema. Expresa que de ahí en
adelante, no se ha detenido y siente que ha sido un gran descubrimiento para ella,
un gran cambio en su vida, que le llena internamente y la hace sentir útil como
ser humano.
Desde hace
varios años ha estado realizando actividades exclusivamente para mujeres
lesbianas, foros, talleres, charlas, etc. Eso le ha permitido conocer las
realidades de diferentes mujeres. Lo que ha recogido hasta ahora es que hay
mucho temor. Algunas de ellas han renunciado a sus trabajos debido a la
discriminación. Otras no se atreven a decir nada sobre su vida personal por
temor a la reacción, el riesgo de perder sus empleos. Todo esto con base en los
comentarios y chistes que escuchan de sus compañeros de trabajo sobre la
homosexualidad. Otras mujeres lesbianas comentan sobre las dificultades dentro
de sus familias. Muchas veces se abstienen de contarle a sus familias por temor
a ser echadas del hogar. “Hoy en día eso
de hacerse independiente es muy cuesta arriba para los jóvenes, también los es
para muchos adultos. Pero definitivamente, no puede ser agradable tener que
vivir ocultando una parte esencial de nosotras mismas. La sexualidad, los
amores, el noviazgo, el enamoramiento, son etapas muy bonitas de la vida. Nadie
debería tener que ocultar esa etapa tan bonita de la vida por temor a ser
rechazada”.
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Quiteria
encuentra en la REDAC una red de personas
muy variada. Gente que trabaja en las comunidades, personas más cercanas a las
necesidades, dice: “Me gusta que podemos
ser activistas ciudadanos, es decir, sin ser parte de una organización pero si
trabajas con la gente eres bienvenido. Nos une el interés por los derechos
humanos pero desde un lado más fresco. Cada
espacio donde pueda compartir con otros activistas y hablar sobre los derechos
de las personas LGBTI ahí estaré”.
Asevera
tajantemente que el trabajo en equipo
siempre es importante. Sin embargo, cuando no hay un equipo hay que seguir
trabajando. “No podemos detenernos a
llorar o lamentarnos si no hay un equipo o grupo de personas con quien
trabajar. Con esta crisis en el país, se ha ido mucha gente”. En Unión
Afirmativa, por ejemplo, el año pasado, 2018, se fueron tres personas. Y no por
eso se detuvieron. En la organización se reinventaron, llegaron nuevas
personas, nuevos colaboradores, y siguieron adelante.
Ella vincula sus
proyectos personales con los derechos humanos. Se ha convertido en su proyecto
personal la creación de una comunidad de mujeres lesbianas. Está segura que es
necesaria crearla, considera que no ha existido nunca una comunidad lésbica
sólida que se una para actuar por sus derechos humanos. Afirma que la realidad
es que las mujeres lesbianas de cierta edad han descubierto su “lesbiandad” a
una edad muy tardía y no existen grupos a donde poder ir y conseguir apoyo,
además, hay aún mucho temor a mostrarse como mujer lesbiana, asunto que le llena
de mucha tristeza porque no se trata de mostrar tu orientación sexual, se trata
de que se oculta una parte importante de sus vidas, que es el vínculo amoroso
hacia otra persona, el vínculo familiar, y nadie puede ser feliz teniendo que
ocultar una parte tan esencial y bonita de la vida. Expresa con emotividad: “Deberíamos poder vivir nuestra vida en
total libertad. Deberíamos poder mostrar y expresar libremente la felicidad que
se encuentra en el ser amado sin temor a ser señalados, rechazados o acusadas
de ser raras. Y además, hace falta una
comunidad lésbica que exija sus derechos. No ha sido fácil, pero confío en que
se puede lograr, para eso hay que tener paciencia y avanzar sin parar, sin
apuros”.
Tal como se
menciona antes, Franco trabajó con el grupo de diversidad sexual
de la Universidad Simón Bolívar como profesora asesora. Luego fue coordinadora
de la Red LGBTI de Venezuela, ahí se atareaban cinco organizaciones por un
mismo fin. También ha participado en proyectos muy puntuales con otras
organizaciones, con PROVEA por ejemplo, se ocupó de la documentación sobre la experiencia
del trabajo en red, instrumento que se encuentra en varias páginas web y es de
libre consulta. Con ACCSI participó en
la redacción de diversos informes y actividades. En 2017, realizaron un mural
en la calle, junto a la estación del Metro en Chacao junto a “Acción Ciudadana Contra El Sida”
y el portal de noticias “Crónica Uno”. Hace
un par de años hizo alianza con “Equivalencia
en Acción” organizaron un foro para presentar los informes relacionados con
el Examen
Periódico Universal (EPU) a Venezuela en las Naciones Unidas. Junto a FREYA, Efecto Cocuyo y AVESA estuvo en talleres de
empoderamiento a mujeres. “He trabajado
con muchas organizaciones en muchas actividades, con CODHEZ del estado Zulia en
dos oportunidades los he acompañado para la feria de DDHH que organizan
anualmente. En Lara con FUNPAZ
participamos con ellos en un foro en Barquisimeto. En Amazonas tuve un proyecto
con mujeres indígenas. Al estado Bolívar fui para participar en un foro con
estudiantes de la Universidad Católica Andrés Bello. Por ser profesora
universitaria participo en muchas actividades estudiantiles”. Adicional a
todo lo descrito, tiene participación en ONU Mujeres a título personal y ad
honoren. Esa labor le ha dado la oportunidad de aprender mucho sobre los foros
internacionales y conocer desde adentro cómo funciona la Organización de Naciones
Unidas.
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Comenta que en
el área de los derechos humanos ha aprendido que hay que lograr alianzas, hay
que tener apoyo, y eso se logra con trabajo serio. Hace hincapié en que se debe
actuar dentro del marco de lo correcto, con honestidad, sinceridad y mucha
seriedad en el trabajo. “Eso es lo que logra que las personas confíen en ti y
en el trabajo que haces. Esa ha sido mi política desde siempre, hacer un
trabajo honesto sin perder de vista el objetivo, lograr que las personas LGBTI
tengamos los mismos derechos que el resto de la población”.
Cuando la
comunidad a la cual representa es atacada, Quiteria se llena de mucha
impotencia, frustración y al mismo tiempo de ganas de seguir trabajando. Seguir
denunciando, continuar insistiendo en que las victimas denuncien. La denuncia
tiene un poder muy importante, que busca justicia para la víctima y previene
futuros actos de violencia. Por eso insiste en hacerle ver a la gente que
denuncie en las instituciones, en la fiscalía, en la defensoría del pueblo. La
denuncia por las redes sociales solo sirve para visibilizar el suceso, posiblemente
en alertar a otros de un problema, pero no ayuda a lograr justicia por completo.
Las personas
LGBTI hemos sido señalados y discriminados durante muchos siglos y en los
últimos 50 años hemos sido protagonistas de luchas y grandes logros, hemos
conquistado espacios que nunca antes hubiésemos pensado. Sin duda estamos
cambiando el mundo. Creo que reconocer esa capacidad de lucha, la fortaleza que
hay en cada una de nosotras es lo que nos llena de esperanza. Hay momentos
duros, pero también hay momentos de alegría y triunfos.
Quiteria
Franco no se ha sentido discriminada pero sí ha sido discriminada. Precisamente
por eso, lo denunció en la universidad donde trabajaba. Presentó sus argumentos
por escrito, habló con todas las autoridades. Le tocó demostrar que en efecto
hubo discriminación en su contra por ser mujer, por ser lesbiana, por su edad,
por todo aquello que pudieron decir para impedir su ascenso durante varios años.
Pero ella no se dio por vencida. Finalmente, logró la justicia que tanto
buscaba. Pudo ascender, ganar un concurso, por lo cual se quedó durante un año
y luego renunció. Dice: “La universidad
dejó de ser para mí un lugar que me ofreciera beneficios, ni económicos, ni
sociales, ni personales. Además, había logrado encontrar en los derechos
humanos mi razón de ser, lo que ya no encontraba en la universidad.
Definitivamente, retirarme de la universidad fue una buena decisión”.
Entre los
aspectos más vulnerables de la comunidad LGBTI en Venezuela, ella opina que el
principal problema es la falta de protección legal. Es decir, que las personas
trans e intersex no puedan realizar el cambio de nombre y su género o sexo es
el punto de partida para la negación de otros derechos como la educación, la
alimentación, la salud: que no tengan acceso a un sistema de salud que les
proporcione el tratamiento de transición de género, es otra falta del Estado
para con sus ciudadanos.
En cuanto a
las parejas homosexuales, el hecho de no poder acceder al matrimonio civil
redunda en la violación de muchos otros derechos como el de fundar una familia,
protección mutua a través de servicios de salud, planificación familiar social
y económica al no poder acceder de manera conjunta a préstamos bancarios para
adquisición de viviendas, el poder de decidir sobre la salud y el bienestar de
la pareja, la imposibilidad de heredar, en fin. Pero además, los daños
adicionales a terceros. Por ejemplo, la desprotección legal a niños concebidos
en esas familias, o niños de relaciones anteriores. ¿Quién protege a esos niños
de los vacíos legales en los que crecen, de la discriminación y acoso escolar
por ser hijos de parejas del mismo sexo cuando en las escuelas no se está
abordando esta realidad?. Porque las familias homoparentales son una realidad
existente en el país y cualquier otro lugar del mundo.
La comunidad
LGBTI no tiene una protección real y efectiva contra la discriminación a causa
de la orientación sexual o por la identidad de género. En Venezuela está prohibida la discriminación
en el empleo pero no existen los mecanismos prácticos que garanticen ese
derecho. En cuanto al derecho la salud, ¿cómo se puede garantizar que las
personas no sean discriminadas en los centros de salud? y de existir ¿dónde se
denuncia?. No existen protocolos para atender y procesar esas denuncias por
discriminación debido a la orientación sexual, identidad o expresión de género
de las personas LGBTI. Por todo esta realidad sobre la protección legal,
considera que también debe ir acompañada de formación a la sociedad a
profesionales claves y a formar a los futuros profesionales. En las escuelas y
universidades hay que iniciar formación con enfoque de derechos humanos y
perspectiva de género.
Es Importante
y necesario.
Enfatiza: “Creo
que debemos comenzar a vernos a nosotros mismos como ciudadanos, con derechos.
Y para conocer nuestros derechos debemos formarnos. Aprender a identificar
cuando nuestros derechos están siendo violados, cuando estamos violando un
derecho y como defendernos o defender a otros. Pero, creo que el enfoque debe
ser mucho más pragmático. Traducir los derechos humanos al día a día para que
el ciudadano pueda entenderlos fácilmente”.
Parte del
rechazo hacia las personas LGBTI proviene de la ignorancia, el desconocimiento,
la falta de información sobre la sexualidad, y sobre los derechos sexuales. Afirma
que ese desconocimiento se alimentó de prejuicios y creencias posteriormente
transformadas en estigmas. Invita a que todos desaprendamos y volvamos a
aprender lo correcto para fomentar el respeto hacia el prójimo. Es necesario
derrumbar, destruir esas creencias con información real, científica, con hechos,
no con creencias o fe ciega o ideologías de ningún tipo.
Está
convencida que hay que hacer un trabajo para lograr un cambio cultural. Las
personas cambian, los tiempos cambian y, por ende, las culturas cambian. Éstas
no son estáticas. Los avances se dan cuando los ciudadanos deciden actuar y
modificar aquello que no les satisface, que les resulta insuficiente a sus
necesidades. “No podemos sentarnos
esperar que quienes somos activistas los llamemos a marchar a protestar. Cada
persona debe actuar en el lugar que se encuentre por ese cambio que desea. En
el trabajo, en la escuela, en la universidad, el hospital, en el ministerio, en
un banco, en un centro comercial, en la iglesia a la que acude. En cualquier
espacio en el que este y presencie una injusticia. Cada injusticia es una
oportunidad para alzar la voz, no para callar, mirar a un lado o decir, esto no
es conmigo. No, cada injusticia es una oportunidad para propiciar un cambio”.
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En cuanto a la
sociedad venezolana, los conceptos asociados a temas LGBTI y los DDHH de esa
comunidad, comenta lo que percibe de las personas con las que interactúa. Cree que
lo que nos hicieron creer sobre la homosexualidad permanece en la mente de las
personas. Por ende, quienes siguen anclados en sus dogmas encuentran mucha
dificultad para dar vuelta a la página. Mientras que, otras personas luego de
conversar y aclarar sus dudas pueden cambiar de una posición de desconfianza a
entendimiento y apertura a nuevos conocimientos y, por ende, a una posición de
respeto a otras orientaciones sexuales y a las diferencias individuales.
Rememora: “Siempre
cuento una anécdota bien bonita que viví cuando participé en la recolección de
firmas para la solicitud de matrimonio igualitario. Viví muchas y todas las
recuerdo. En el parque del Oeste estábamos recogiendo firmas, me acerco a una
señora que andaba con dos niños. Le pregunté si quería firmar para apoyar el
matrimonio igualitario, le expliqué que era para que dos personas del mismo
sexo pudieran casarse. Me dijo que no, que ella no estaba de acuerdo con eso.
Le dije, señora, ¿usted ha pensado que quizás dentro de 10 años si sus hijos se
enamoran de otro hombre y desean casarse no podrán hacerlo acá en el país porque
no está permitido? Ella miró a sus hijos, y con una nueva expresión en su
rostro, me dijo, -es verdad, dame para firmar- ”.
La profesora discute
que el prejuicio y estigma social hacia las personas LGBTI ha permeado todas las
instituciones, ya que el sistema de justicia en Venezuela está muy deteriorado
y débil. Señala que se maneja y se actúa
según las voluntades de quienes están al frente del sistema por lo que hay que recuperar
la institucionalidad y hacer entender a los funcionarios públicos que se deben
a sus ciudadanos, que su función es cumplir y que se hagan cumplir las leyes,
en concordancia con la Constitución, las normas, pactos y acuerdos
internacionales. “La posición individual
de los funcionarios es irrelevante, es la ley lo que debe guiar las actuaciones
de los funcionarios, el cumplimiento de su deber”.
La realidad es
que a las personas LGBTI, el sistema de justicia venezolano no les responde.
Por ejemplo, el caso que la ONG Unión Afirmativa introdujo en el Tribunal Supremo
de Justicia en el año 2003, tomó cinco años para conseguir una respuesta,
solamente sobre su admisión. La respuesta definitiva tomó tres años más. Finalmente,
dieron una respuesta que no reconoció las necesidades de las parejas del mismo
sexo. La sentencia 190-2008, estuvo dominada por las posiciones religiosas de
quienes deben legislar de acuerdo a las leyes y no sus creencias personales. Otro
caso emblemático es el de Tamara Adrián, el cual lleva más de 15 años sin ser
respondido. “De los cientos de crímenes
de odio reportados en nuestros informes tan solo dos han sido resueltos”,
comenta con desagrado, ya que tampoco se ocupan de iniciar procesos de
reparación a las víctimas, a los familiares de las víctimas y lo más
importante, tomar las acciones para evitar nuevos crímenes contra personas
LGBTI.
Ante la
presencia de la comunidad LGBTI en el ámbito político venezolano, dice que es
absolutamente necesario, debido a que ellos están en todas partes. En los
partidos políticos hay personas LGBTI. Expresa: “El problema es que no son visibles y, si los son, no alzan su voz para
exigir cambios. No es nada útil para la conquista de derechos humanos un
político homosexual invisible o callado. Así como tampoco lo es en ningún
lugar. Hay muchas instancias de la sociedad en donde se cometen injusticias
hacia las personas de esta comunidad. Donde haya una injusticia hay que
levantar la voz. Y eso también hay que hacerlo dentro de los partidos políticos.
No ha habido una manifestación pública de preocupación permanente sobre como la
crisis ha afectado a las personas LGBTI en Venezuela. No sucedió acá dentro del
país, ni en escenarios internacionales a donde tanto asisten. No hubo iniciativa de formar un grupo de
trabajo con la sociedad para impulsar medidas a nivel local, es decir, si la AN
ha estado bloqueada, hay muchas otras cosas que se han podido hacer. Por ahí,
hay una propuesta de plan país. Yo he asistido a varios foros para saber,
enterarme de que va esa propuesta. Yo no he visto nada que refleje las necesidades
de las personas LGBTI allí. ¿Dónde están las propuestas de esa diputada trans y
del diputado gay para el plan país? No basta con decir soy diputada o diputado,
hay que mostrar acciones realizadas o por lo menos las propuestas. Para ganar
elecciones y popularidad solo basta tener un buen discurso pero para ganar
respeto y reconocimiento hay que hacer cosas, hay que mostrar resultados. Pase
años haciendo críticas a quienes estaban frente a la AN en gestiones
anteriores. Con esta gestión desde 2016
comencé haciendo propuestas. Es tiempo de hacer críticas y exigir repuestas.
Seguiré haciendo propuestas, siempre, pero si hay cosas que mejorar, hare las
criticas correspondientes”.
Para ganar más
espacios en el ámbito político venezolano, Quiteria recomienda a los jóvenes que
son homosexuales y hacen vida dentro de los partidos políticos que se preparen,
no solo como políticos sino que se formen en materia de derechos humanos, ya
que parte de lo que se ha visto en estos últimos años es cómo los diputados han
tenido un manejo deficiente de los derechos humanos, los procedimientos, las
normas, las leyes y se han dedicado a hablar sobre derechos humanos sin saber
sobre los mismos.
Es la falsa
creencia de la gente de que las necesidades de las personas LGBTI no son
prioritarias. Que hablar de la discriminación hacia esta comunidad y la falta
de protección legal no tiene importancia ante la gravedad de las personas que
mueren por falta de medicamentos o de alimentos. La discriminación no se
detiene, y por el contario, estas dos circunstancias se suman a los problemas
que ya existían en Venezuela, porque las personas LGBTI también sufren la
situación del país.
Está
convencida que un cambio de paradigmas está cada vez más cercano, que hay ahora
un entendimiento de lo que son las violaciones de derechos humanos. La
situación que se ha vivido en el país, ha hecho a las personas más conscientes
que hay que aprender a convivir y a respetar las individualidades, la manera de
ser, de vivir, de expresarse, de pensar. Y también hay que aprender a respetar
a los que amamos, de aquellos que nos enamoramos y con quien deseamos formar
familia. Comprender que hay muchos tipos de familias.
En referencia
a la equidad de género opina que debemos comenzar por hablar sobre lo que es en
realidad la equidad de género. Explicar a la sociedad que lo que se busca
conseguir es la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Hacer ver a
la sociedad con ejemplos claros y cotidianos en donde radica la desigualdad
entre hombres y mujeres y cómo esas desigualdades han permitido que la sociedad
obedezca y se maneje bajo un sistema de privilegios hacia una parte de la
sociedad que la representan los hombres y la otra mitad las mujeres que son
sometidas a situaciones de discriminación que les ponen límites en su desarrollo individual, personal, profesional y
social. Esos límites son los que hay que derrumbar y para eso Quiteria propone una
sociedad con equidad de género. Igualdad de condiciones para el desarrollo
pleno de hombres y mujeres.
Quiteria se
guía por principios y valores como el respeto, la pluralidad de pensamiento, la
sororidad, la confianza y la honestidad. Defiende la libertad de ser, de vivir
y amar a quien quiera. “A quienes
desconocen sus deberes y derechos, les hablaría de mi experiencia personal. Creo
que la mejor manera de enseñar es a través del ejemplo. Yo fui discriminada y
no fue hasta que aprendí sobre mis derechos que pude defenderme y lograr
justicia. Y siempre, siempre he tratado de actuar apegada a las normas, a las
leyes, yo cumplo con mis deberes ciudadanos”.
Dice que
recibe muchas palabras de aliento y de agradecimiento por parte de estudiantes,
de personas que asisten a algún taller o que leyeron algo que escribió, o
alguien a quien le fue útil alguno de los informes que ha redactado y entregado
en instancias internacionales. Sin duda alguna, le hace sentir que el trabajo
que ha hecho hasta ahora ha sido de ayuda para alguien más. “Me siento feliz haciendo lo que hago, todos
los días pienso en maneras de cómo llegar a más personas, de cómo llevar el
mensaje de respeto a la libertad individual. De cómo llegar a más mujeres
lesbianas y hacerles ver que mi vida cambió de buena a mejor cuando me descubrí
como mujer lesbiana, cómo crecí como ser humano, cómo aprendí sobre mis
derechos y cómo me siento más segura ahora que sé cómo defenderme con el
recurso más poderoso que existe, con los derechos humanos. Yo soy optimista.
Creo que la sociedad está cambiando. La nueva Venezuela que nacerá, que ya está
naciendo, será muy distinta. Debe ser distinta. No podemos aspirar a regresar
al pasado, y el presente que tenemos ya sabemos que no nos gusta. Así que en
ese nuevo país debe haber inclusión social para todos. No debe haber más
personas discriminadas en sus escuelas, en sus trabajos, en la política, en las
fuerzas armadas, en los hospitales, en los hogares por ser una persona
homosexual o por ser una persona trans. Porque si hemos rechazado la
discriminación de este gobierno contra políticos, contra periodistas, contra
ciudadanos por pensar diferente, también debemos rechazar la discriminación
contra las personas debido a su orientación sexual. Los derechos humanos son
para todos sin importar cómo eres o a quién amas”.
Adicional a este escrito, dejo entrevista que realicé a Quiteria Franco en Unión Radio Noticias.