miércoles, 12 de junio de 2019

Mis días en Venezuela

No me imagino lo duro que fue para Anna Frank vivir lo que le ocurría. Obviamente lo mío no le llega ni a la suela de sus zapatos pero no deja de doler esta situación venezolana que sinceramente no le veo fin.

No me estoy levantando muy temprano porque escribo, programo y publico de madrugada cuando hay señal para hacerlo.
De día, si hay agua, me baño y/o lavo ropa... si no hay, pues se usa el agua del tanque para lo básico, que si lavar los platos, por ejemplo.
Comemos una o dos veces al día porque no hay para más. Entonces hacemos una buena comida principal que no siempre es al mediodía sino a mitad de tarde para que no nos vuelva a dar hambre tan temprano. Si me da mucha hambre, me tomo un litro de agua, pero entonces está el dilema del papel higiénico que se acaba rápido.
Mi hijo ya no va a la universidad, son casi 4 millones el trimestre y con lo de su diagnóstico decidimos que vamos a descansar del agite por un tiempo para recapitular a ver que carajo vamos a hacer con nuestras vidas.
Tengo momentos de llanto, momentos de rabia, momentos de tristeza, pero intento resistir lo más que pueda a pesar de la falta de comunicación, lo cual es una muerte lenta para un periodista, pues, busco los espacios para no callarme... Asisto a los eventos que me inviten, participo en lo que puedo y quiero, si no quiero, no asisto... en estos días nos regalamos ir al cine mi hijo y yo, la pasamos muy bien y eso reconforta.
Confieso que pasé meses queriendo morirme porque no le veía sentido a nada, pero gracias a la intervención profesional de psicólogos sin fronteras y la atención de 3 psicólogas (finalmente me quedé con una sola) pude comprender que no me quería morir, yo solamente quería dejar de sufrir, entonces al repensar las cosas, me ha traído un poco (bastante) de tranquilidad a pesar de mi realidad, la realidad del país y la interacción con lo poco que me rodea...
La urbanización... y me atrevo a extenderlo a gran parte de la ciudad, es tierra hostil. Por eso no me agrada mucho salir a perder tiempo. Si salgo es para hacer mis diligencias o a cosas puntuales. En la cuadra se han mudado gente rara, muy rara diría yo, otros huyen y los otros siguen con los escándalos de siempre que ahora incluyen violencia de género y sexo salvaje con amplificador para que todos los enteremos.
En cuanto a las personas, muchas se han alejado, pero muchas, y no se trata que se han ido del país, esas que están fuera de Venezuela es como si estuvieran muertas o más bien, como si yo hubiera muerto para ellas/ellos; yo me refiero a las que viven aún aquí pero están alejadas, es una especie de abstracción generalizada, nadie quiere estar con nadie, cada quien lleva una cruz.
Y si hablamos de los grupos, se han hecho tribus urbanas de los grupos de coach que no hacen coaching, los grupos de emprendedores que te cobran hasta por respirar, los grupos religiosos que satanizan a los que no están con ellos, los grupos de agencias de viaje virtuales que forman mafias de cupos para volar, los que van a los hospitales a tomar fotografías a niños que están casi muriendo para seguir con el comercio de la lástima... lo tragi-cómico es que casi todos resultan extremistas y no dan cabida al discernimiento racional, más bien buscan personas sumisas para sacarle los pocos reales que tienen, solamente para vivir de eso... Y por favor, no se ofenda si esa no es su práctica, yo no me refiero a todos, me refiero a algunos que proliferan por ahí... si detallan, verán que hay un gentío haciendo lo mismo y puedo comprender que posiblemente sea para evadir la realidad, para no sufrir... es posible que sea un mecanismo de defensa.
En cuando a mi salud, pues, no sé... hay días buenos y otros no tanto, tengo muchas alergias, volvieron mis dolores muy fuertes de la fibromialgia, me empezó la presbicia, no veo bien. Desde hace un mes tengo entumecimiento de mis manos, pero sobre todo la derecha, esta última semana no podía mover el dedo índice, de noche (cuando logro dormir) me levanto con los dedos de las manos y pies dormidos, también me pasó con el paladar. Lo atribuyo a la falta de oxigenación porque de noche no puedo respirar bien, mis cornetes están muy grandes y la operación en Caracas es muy costosa.
A todas estas, muchas personas creen que yo soy algo así como Malula Concejal, que soy una luchadora social que vivirá los próximos 50 años haciendo voluntariado las 24 horas del día, ayudando sin recibir ni las gracias y trabajando gratis. Pues no, están confundidos, si bien es cierto que amo servir, que quiero aportar a mi país, también es cierto que yo necesito dinero para vivir, por lo que no puedo seguir ayudando sin límites. Si no pongo coto, si no pongo pautas, las personas no me respetarán ni como persona, ni como profesional. De hecho, hay unas mujeres que por ponerles ese límite (dejar de hacerles favores), se han dado la tarea de desprestigiarme en el pueblo. Sin embargo, eso no me preocupa ni me detiene, al contrario, será mi labor profesional la que hablará por mí.
Para finalizar debo decir que la vida ha dado un giro fuerte, muy violento... Y en ese giro me he topado con desconocidos que al brindarme su humanidad se han hecho amigos, por supuesto, también personas que me han visto crecer...
Me he conseguido con una profesora fabulosa, aquella que yo le sacaba mala nota, pues ahora me dona medicinas para que mi corazón funcione mejor; me he topado con una hermana compañera de derechos humanos que desde fuera del país, me ha brindado su mano para seguir adelante en medio del caos venezolano; también una hermana de vida que hace un esfuerzo grande por contribuir en algo para Gabo; otra amiga que cuando viaja, hace el favor de convertirse en puente para que las cosas me lleguen.
Encontré que a través de lo que escribo hay personas que se identifican conmigo, desde la madre patria o desde Perú, en la medida de sus posibilidades, me ayudan con mis hormonas para que mis ovarios funcionen mejor. Es conmovedor contar con unos pocos amigos...
La primera vez que me llegó la cajita de medicinas lloré como loca, no lo podía creer, primero que llegara todo sano y salvo, segundo, que se tomaran la tarea de ayudarme y finalmente que estemos pasando por esta situación tan bochornosa.
Atrás quedaron las faltas de respeto de personas por quien yo metía mis manos en el fuego, que pidiéndome fotos de mi refrigerador para ver si de verdad no teníamos comida en casa, se burlaban de nuestra situación. De ese tipo de personas no quise saber más, y no se trata de hacer una lista negra de personas, se trata de respeto por mí misma, no lo merezco. Igualmente aquellas que me escribieron voluntariamente para ofrecerme ayuda y aún la sigo esperando... simplemente me alejé, ya sufre uno con lo de aquí como para estar de masoquista con sufrimiento adicional por la actitud de alguien que no comprende la situación venezolana. ¡Qué va!, que vayan a otro lado a burlarse o chismear con la desgracia ajena. Conmigo no cuenten para alimentar su ego.
En fin... no me quejo, soy descriptiva...
¡Seguiremos adelante! No queda de otra...
KAM

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